Desde mi infancia, la danza, el movimiento consciente y la creatividad han impregnado cada aspecto de mi vida. Mi viaje en el yoga comenzó en 2005, explorando diferentes estilos y maestros. Con una práctica diaria y constante, en 2013 decidí formarme como profesora de yoga. Mi objetivo no solo era compartir conocimientos, sino también profundizar en esta ciencia milenaria que actúa como una brújula en la vida.
Como estudiante apasionada, me he formado en Hatha Vinyasa Yoga con Amelie, en Hatha Yoga Integral con Julián Parangón, en Ashtanga Vinyasa Yoga con Santiago Pinto, Yoga Nidra y el estudio de los sutras con Laia Villegas, así como en filosofía y textos antiguos con Narren Herrero, y Kundalini Tantra Yoga con Eva Espeita (1200 h YTT). Desde 2014, he tenido el honor de impartir clases en diversas escuelas, centros y clases privadas. Para mí, el yoga no es solo una práctica física; es un camino hacia una vida más consciente y plena. Lo considero un refugio, un laboratorio de experiencias donde cultivamos cualidades esenciales para afrontar la realidad que nos rodea.
A través del yoga, aprendemos a honrar y respetar nuestro cuerpo como algo sagrado. Esta disciplina nos brinda las herramientas necesarias para transformar tanto nuestro cuerpo físico como emocional a través de la práctica de asanas, meditación y alimentación consciente.